7 La ley del Señor es perfecta: reanima el alma. El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo. 8 Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos. 9 El temor del Señor es bueno: permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos. 10 Son más deseables que el oro refinado y más dulces que la miel que destila del panal. 11 Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo, y recompensas grandemente a quien los cumple. 12 ¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores?
¡Perdóname por los que no puedo recordar!
— Salmo 19:7 RVC

Cuando las personas son expuestas a los dichos del Señor, hay un efecto poderoso en el alma; que le hace cambiar su forma de sentir, su forma de pensar y su forma de actuar. Por esa razón todas las personas necesitan escuchar el concejo del Señor en todo tiempo y en todo lugar. Cuando se deja de escuchar el concejo del Señor, se pierde la fe. Pero esa fe, se vuelve a reactivar, cuando se vuelve a escuchar la Palabra de Dios constantemente, pues esa Palabra de Dios convierte el alma.


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